domingo, 29 de noviembre de 2015

Los deseos

Y una noche estrellada se le dió la oportunidad de pedir tres deseos, la pidió a ella, como quien le pide un juguete a los reyes magos, un deseo plagado de ilusiones y espranzas. Su día de navidad llegó y ella apareció como por arte de mágia, con un alo de luz que atravesaba sus rizos ifinitos y su sonrisa diabólicamente perfecta. El quedo atrapado en su hechizo, cautivado por su forma de ver el mundo, de entender a la gente, de vivir. La amó, como no se puede amar, con pasión, ilusión y ternura. Ella le quería, como no había querido a nadie, amaba sus horarios, sus manías, ese tic en el ojo cuando era incapaz de controlarlo todo. Amaba sus besos y levatarse con su perfume impregndo en las sábanas. Todo era tan perfecto. Pero un día la vida decidió joderlo todo, porque la vida tiene esa manía, se mete por medio. Y ella en uno de esos cambios de humor de la vida, en una curva que nunca tuvo que existir, decidió abandonarlo todo y despedirse del mundo. Y el lloro, lloro hasta quedarse sin lagrimas, lloro hasta quedarse sin aliento. Pero un día dejo de llorar, algunos dicen que se quedo sin lagrimas, otros que se canso de esperar algo que no llegaba y otros que simplemente deseó dejar de hacerlo. Y el dejo de controlarlo todo pues se dió cuenta que era imposible, rompió sus horarios, se deshizo de sus manías y los tics pasaron al olvido. Se volvió como ella, gasto su segundo deseo en pasar página, pero la mágia es traicionera y le hundió. Acababa las noches tirado en alguna esquina, ahogaba sus penas en alcohol hasta que el alma le dejaba de doler. Por unas horas se quitaba un peso de encima, por unas horas se olvidaba de ella, se olvidaba de su sonrisa, de sus rizos, de la llamada del hospital, de las lágrimas, de su recuerdo... Y asi se fue hundiendo más y más pero lo bueno de tocar fondo es que ya no puedes seguir bajando, pero tampoco subía, el estaba agusto en su agujero, sin ella la vida ya no tenía sentido, su mundo había perdido la luz. Una noche ella se le apareció en sueños, la pudo ver, allí, delante, clara y cristalina, con esa sonrisa perfecta, sus rizos desperdigados en su cabeza, era tan hermosa, bailaba como ella solía hacerlo, con el ombligo al aire y moviendo las caderas al ritmo de la música, que razón tenía cuando decía que era medio bruja porque a el lo tenía bajo el hechizo más grande, el amor. Pero el despertó, empapado en sudor frío, ya no podía más, gasto su ultimo deseo, pidió estar a su lado, la vida cruel volvió a tirar los dados, y el termino ahorcado.

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